lunes, 7 de diciembre de 2009

templo de las monjas


El 13 de mayo de 1738, cuando el monasterio Las Rosas se encontraba completamente en ruinas, las religiosas dominicas decidieron abandonarlo. La sombría "procesión" de las religiosas tuvo como telón musical el lastimero repiquetear de las campanas. El hecho fue perennizado en un grandioso lienzo, que hoy se exhibe en el museo Regional Michoacano.
El templo, de estilo barroco, fue erigido entre 1729 y 1737. Su fachada de trazos platerescos está divida en tres cuerpos, destacando las imágenes de Santa Catalina de Siena y Santo Domingo de Guzmán; además de la esbeltez y ligereza de su preciosa torre.

templo de san jose


La construcción de este monumental monasterio comenzó en 1596 y prosiguió durante tres siglos más, cuando se fueron agregando distintos detalles como sus cúpulas.
A finales de los 70´s se restauró y acondicionó para brindarle a los michoacanos un lugar donde se ofrecieran talleres artísticos, exposiciones de diversa índole y eventos culturales. También cuenta con un teatro, varias salas de exposiciones, el Museo de la Máscara, cafetería y es uno de los sitios con más leyendas de la ciudad.

antiguo templo de la compañia de jesus


La construcción, del Siglo XVl, funcionó como catedra asta el año de 1566 cuando se entregó a la orden de la Compañía de Jesús. En ese mismo siglo el edificio se incendió y fue reedificado por los lugareños, bajo la dirección de los jesuitas; estos le impusieron ese sentido arquitectónico que distinguió a todas sus obras. La torre del templo conserva una leyenda el Reloj Castigado, cuya campana nunca anuncia las doce. Cuenta la conseja que en una ocasión, en España, un reo iba a ser ajusticiado a las doce del día; su prometida, a quien todas las autoridades habían negado el indulto para su amado, en la hora fatídica, cuando el reloj acompasadamente señalaba el final de sus románticos sueños, antes de que sonara su última y fatídica campanada, se interpuso entre el péndulo y la campana y evitó , a costa de su propia vida, que aquel a quien amaba fuera ajusticiado.Otra versión acerca del reloj, que fue desterrado de su país de origen por órdenes de Carlos V, es que un día su tañido marcó la hora adversa de un monarca que se preparaba a combatir.

la catedral de morelia


La Catedral de Morelia es un recinto religioso sede de la Arquidiócesis de Morelia de la Iglesia católica en México. Se encuentra ubicada como su nombre propiamente lo dice en la ciudad de Morelia, capital del estado de Michoacán, México. La catedral se localiza en el primer cuadro de la ciudad, conformando la traza del Centro Histórico de Morelia. El edificio fue construido en el siglo XVIII en la época de la Colonia Española, es de estilo barroco y esta realizado en cantera rosada que le da un color peculiar y característico.

estadistica de la ciudad


Quizá el rasgo artístico que más impresiona al visitante de Morelia es Ia armónica unidad que emana. A primera vista, parece que Ia ciudad hubiese sido hecha de un tirón; sólo al ir observando sus distintas arquitecturas se aprecia la rica acumulación de épocas y estilos que la integran, fundados y atemperados por una voluntad formal que aglutina y ordena por medio del material constructivo: la cantera. Aquí los estilos parecen haber discurrido como necesarias manifestaciones de época, pero atenuando sus excesos.Hoy, cuando tantas ciudades se transforman presentando violentos contrastes, se hace por ello más notable esa cumplida condición estética de «unidad en la variedad», que otorga distinción y señorío a Morelia, señorío, por cierto, grave y austero.Ciudad monumental, pero poco decorada, de expresión planimétrica con absoluta preferencia por lo bidimensional. Basta con ver Ia Catedral, donde reina Ia pilastra sobre Ia columna y los relieves sobre Ia escultura de bulto. Sólo en su exterior, esta Catedral luce más de doscientas pilastras y ni una sola columna, caso insólito y único entre Ias catedrales virreinales.EI esplendor sobreabundante se depuró, dándose preferencia a Ia elegante y sobria monumentalidad por sobre Ia riqueza ornamental, gusto y criterio que se hace extensivo a Ia ciudad, donde se eligió el tono de mesura en vez deI de Ia euforia.Tal es Morelia, cuyo mayor mérito y más fuerte característica estriba, sin duda, en ese saber armonizar diferentes épocas y estilos, en su sobriedad consciente, sin dogmáricos rechazos ni fáciles entregas, en su poder de asimilación, que retiene lo que considera le es conveniente, pero deja pasar lo que no se identifica con su propio sentido plástico condicionado a través de siglos.

caracter urbano


EI trazo original, realizado en el siglo XVI, ha llegado prácticamente intacto hasta nosotros, haciéndose presentes caros anhelos renacentistas como son el orden, lo dispendioso y Ios previsores espacios que se abren en plazas y se prolongan en calles sin temor al crecirniento. Para su época, Ia ciudad se pensó con generosidad; desde el principio tuvo calles anchas y plazas amplias, con tal dispendio espacial que su posterior desarrollo no hizo sino dar respuestas con vertical monumentalidad a Ia gallardía propuesta y presentida desde su plano.Un orden sin monotonía preside Ias calles, una cuadrícula que al extenderse sobre Ias suaves irregularidades de Ia Ioma pierde rigor geométrico y se adapta a ellas, no en forma abstracta sino «orgánica», diríamos hoy. Esta cuadrícula, que parece trazada «a manos», y no con regIa, norma el curso de Ias calles que se curvan suavemente, haciendo que Ios pIanos verticales sean como una réplica de Ia ondulación horizontal que Ios sustenta.Esta armonía entre plano y alzado, tan sabiamente sentida, se complementa en sentido monumental con un afán de subrayar Ia belleza de Ios grandes edificios, exaltando sus volúmenes o elementos primordiales como son fachadas, torres y cúpulas. Esto se Iogró enfilando Ias perspectivas de Ias calles hacia ellos, intención que ya se encuentra en gérmen en Ias calles que desembocan a Ia fachada de San Francisco y a Ia lateral de San Agustín. Posteriormente, esta solución se agudizó e hizo con claro énfasis barroco a partir deI gran ejempIo dado por Ia colocación de Ia catedral, Ia que empezada en 1660, ubica su eje mayor no en relación con Ia plaza, sino con dos calles que desembocan a ella, de tal manera que su fachada principal y ábside interrumpen, a Ia vez que rematan grandiosamente, amplias perspectivas. Después de Ia Catedral, numerosas iglesias, de plena época barroca, sobre todo en el siglo XVIII, alteran el ya de por si flexible trazo renacentista y discretamente Io convierten en barroco, creándose sorpresas visuales al variar Ios remates de calles, para ello bastó con que algunas iglesias se construyeran de manera que, alterando un poco Ia traza original, o interrumpiéndola atrevidamente en algunos casos, Ias fachadas, ciertas portadas Iaterales, torres y cúpulas, se Ievantaron de manera que salen al paso deI viandante polarizando perspectivas. Hoy es peculiar de Morelia, aunque no exclusiva, Ia rítmica armonía de su arquitectura civil enfiIada hacia remates monumentales.Perspectivas que de discurrir abiertas y Iibres pasan a ser absorbidas, delimitadas y sujetas por Ia tibia y penumbrosa calma de Ios interiores.Así, Ias fachadas de templos como Ia Catedral, San Francisco, portada lateral de San Agustín, fachada principal y portada lateral de San José, Las Rosas, Guadalupe y Cristo Rey, rematan calles.Las calles de Morelia no se sujetan sólo a Ia rigidez rectilinea de extremos indefinidos, tampoco zigzaguean o se quiebran arbitrariamente, sino que tienen una meta intencional, una lógica de Ia variedad urbana que no deja nada al azar .Su carácter se encuentra en el justo medio entre Ia monotonía y lo pintoresco.

desarrollo monumental


Durante el siglo XVll comenzó y se incrementó su desarrollo; a principios, se concluyeron los dos grandes conventos de San Francisco y San Agustín; a mediados, los de EI Carmen y La Merced, además de otras iglesias como La Compañía, San Juan y Ia Cruz, pero, sobre todo, en 1660 se comenzó Ia construcción de Ia actual catedral, que constituyó Ia empresa de arquitectura religiosa de mayores proporciones a Ia sazón iniciada en todo el país. La ubicación deI gran templo definió Ia composición y distribución de espacios deI centro urbano, con un sabio y singular uso de Ia llamada «sección áurea», que divide en dos plazas desiguales, pero en armonía, el centro de Ia ciudad; Ia mayor con portales, Ia menor con paramentos, pero sin portales, en una conjunción y ritmos de grandiosa originalidad. Sin embargo, el gran auge constructivo y de mayores frutos, ocurrió en el siglo XVIll; de él datan los menores y más numerosos monumentos que hoy embellecen y prestigian a Ia ciudad, tanto en lo religioso como en el civil.AI mediar este siglo se fundaron y construyeron tres grandes conventos de monjas: Las Rocas, Las Monjas y Capuchinas; otro de frailes, el de San Diego; otras cinco iglesias, entre ellas Ia muy amplia dedicada a San José y media docena de capillas secundarias.En 1744 se concluyeron Ias fachadas y grandiosas torres de Ia catedral. Tarnbién es el siglo deI máximo esplendor de Ia arquitectura civil, manifestándose ésta en los suntuosos edificios de educación y gobierno, como el Colegio seminario (hoy palacio de gobierno), el Colegio de Ios jesuítas (hoy Palacio Clavijero) y el Colegio de San Nicolás, Las Casas Reales (hoy palacio municipal), La AIhóndiga (hoy ampliación deI Palacio de Justicia), más docenas de palacios y mansiones señoriales.Como tal desarrollo monumental requería de servicios públicos, Ias plazas se adornaron con fuentes y se construyó, entre 1785 y 1789, con el impulso y generosidad deI obispo Fray Antonio de San Miguel la recia arquería deI acueducto de mil setecientos metros de largo y doscientos cincuenta y tres arcos de cantería.Poco antes de Ia lndependencia, Ia ciudad contaba con unos veinte mil habitantes.Durante el siglo de Ias Leyes de Reforma, poco se construye de carácter religioso y más bien se destruyen innumerables obras, pero en cambio, en esta época, se multiplican Ias residencias de carácter neoclásico que se acomodan sin atropello junto a los viejos palacios coloniales, como reflejo de reestructuración y el equilibrio social tan anhelado en esas fechas.AI finalizar el siglo, se construían edificios tan importantes como el nuevo Seminario Tridentino, junto a Ia Iglesia de San José, y el Colegio Teresiano (hoy Palacio Federal), ambos dirigidos por don Adolfo Tremontels, con un estilo neoclásico tan ornamentado que resulta de aspecto más abarrocado que el sobrio barroco tradicional de Ia ciudad. AI acumularse esta secuencia creativa, Ia ciudad se enriqueció; sólo en su céntro histórico, Morelia cuenta con diez amplias plazas, unas cinco plazuelas y otras tantas rinconadas con fuentes públicas que, como espacios abiertos, puntuaIizan Ia trama de calles y barrios, los cuaIes están en torno a veinte iglesias y capillas de Ia época virreinal, entre Ias que también se ubican los numerosos palacios y mansiones.No destruir es ya construir, y preservar es una forma de recrear; en este empeño, Morelia busca su propia aportación, ya que una de Ias actitudes de conciencia, característicalnente moderna, es Ia deI respeto aI patrimonio cultural heredado. Tal es Ia responsabilidad que implica el Decreto Federal de Protección al Centro Histórico de Morelia, donde se listan o incluyen no menos de 1,113 edificios, número indicador de Ia gran riqueza monumental que aún posee Ia ciudad.

algo de historia


Morelia se fundó como población oficial el 18 de mayo de 1541 por orden deI virrey Antonio de Mendoza, llamándosele Guayangareo, el nombre de Valladolid se le otorgó tiempo después, en Ia segunda mitad deI siglo XVI, lo mismo que el título de ciudad y un escudo de armas. Se considera que su importancia como población comenzó a desarrollarse a partir de 1580, cuando se trasladaron a ella, de Pátzcuaro, Ia sede episcopal de Michoacán y Ias autoridades civiles, que lo hicieron en 1589.

centro historico de morelia


EI Centro Histórico de Morelia es uno de Ios más relevantes de México, tanto por Ia trascendencia histórica que de él ha dimanado al país, como por su monumentalidad. Por ello, desde hace tiempo, se han tomado medidas proteccionistas Iegales, que a pesar de Ias falIas en su aplicación, han contribuido a Ia conservación integral de Ios monumentos en un porcentaje alto.Salvo algunas mutilaciones y aperturas de calles, sobre todo en Ias zonas aledañas a Ios antiguos conventos, ocurridas en el siglo pasado con motivo de Ias Leyes de Reforma, el Centro Histórico se ha conservado urbanísticamente muy completo. En realidad, esta área es Ia que ocupaba Ia antigua Valladolid de Ias postrimerías deI siglo XVIII, cuya traza se plasmó en el hermoso plano levantado por órdenes deI virrey don Miguel La Grua Talamanca y Branciforte, en 1794.Sobre Ia delimitación de esa primitiva área urbana, que es propiamente Ia colonial, se han emitido reglamentos y decretos protectores. Por ejemplo, el reglamento para Ia conservación deI aspecto típico y colonial de Ia ciudad de Morelia que con carácter estatal se promulgó el 18 de agosto de 1956, el Decreto Presidencial, que federalmente declara al Centro Histórico de Morelia zona de Monumentos Históricos, firmado por el presidente de Ia República, Carlos Salinas de Gortari, eI 14 de diciembre de 1990 y publicado en el Diario Oficial el día 19 del mismo mes. Finalmente Ia declaración oficial de Ia UNESCO, en cuanto a que es Patrimonio Cultural Mundial, eI 12 de diciembre de 1991.
Lo anterior hace notar el gran significado cultural que el Centro Histórico de Morelia tiene. No podemos pasar por alto que al finalizar Ia época deI virreinato, cuando entonces Valladolid era una pequeña ciudad de escasos 20,000 habitantes, tenía cuatro grandes colegios con sus respectivos, amplios y hermosos edificios, a saber: el Colegio Seminario Tridentino; el Colegio de San Nicolás; el que fue Colegio de Los Jesuítas y el Colegio de Las Rocas destinado a niñas. Asimismo, no seria exagerado decir que en el momento de Ia Independencia era, políticamente, Ia ciudad más inquieta y pensante de Ia Nueva España. Aquí ve Ia luz primera el generalísimo doctor José Maria Morelos, cuyo apellido transformado en acertada eufonía hereda como nombre Ia ciudad a partir de un decreto deI Congreso local en 1828. Tradición de inconformidades sociales vigente hasta Ia fecha que, en cierta forma, con frecuencia se manifiesta en el corazón deI Centro Histórico, para su honra y desgracia; Ia honra es Ia conciencia permanente de seguir en pie de Iucha, pero Ia desgracia es que, desde hace varias décadas, especialmente inquietudes estudiantiles o aspiraciones de justicia social, se expresan con Ias llamadas «pintas» o frases escritas indiscriminadamente sobre Ios monumentos o cualesquier edificio, lo que los perjudica y hace que causas o razones dignas de simpatía se vuelvan molestas o reprobables.

introduccion

El Centro Histórico de Morelia, Michoacán

El Centro Histórico de la antigua Valladolid es uno de los más relevantes de México, tanto por la trascendencia histórica de sus edificios como por el legado arquitectónico y cultural de los mismos. Descubre aquí un poco más de su historia.