lunes, 7 de diciembre de 2009

estadistica de la ciudad


Quizá el rasgo artístico que más impresiona al visitante de Morelia es Ia armónica unidad que emana. A primera vista, parece que Ia ciudad hubiese sido hecha de un tirón; sólo al ir observando sus distintas arquitecturas se aprecia la rica acumulación de épocas y estilos que la integran, fundados y atemperados por una voluntad formal que aglutina y ordena por medio del material constructivo: la cantera. Aquí los estilos parecen haber discurrido como necesarias manifestaciones de época, pero atenuando sus excesos.Hoy, cuando tantas ciudades se transforman presentando violentos contrastes, se hace por ello más notable esa cumplida condición estética de «unidad en la variedad», que otorga distinción y señorío a Morelia, señorío, por cierto, grave y austero.Ciudad monumental, pero poco decorada, de expresión planimétrica con absoluta preferencia por lo bidimensional. Basta con ver Ia Catedral, donde reina Ia pilastra sobre Ia columna y los relieves sobre Ia escultura de bulto. Sólo en su exterior, esta Catedral luce más de doscientas pilastras y ni una sola columna, caso insólito y único entre Ias catedrales virreinales.EI esplendor sobreabundante se depuró, dándose preferencia a Ia elegante y sobria monumentalidad por sobre Ia riqueza ornamental, gusto y criterio que se hace extensivo a Ia ciudad, donde se eligió el tono de mesura en vez deI de Ia euforia.Tal es Morelia, cuyo mayor mérito y más fuerte característica estriba, sin duda, en ese saber armonizar diferentes épocas y estilos, en su sobriedad consciente, sin dogmáricos rechazos ni fáciles entregas, en su poder de asimilación, que retiene lo que considera le es conveniente, pero deja pasar lo que no se identifica con su propio sentido plástico condicionado a través de siglos.

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